sábado, 14 de agosto de 2010

REFLEXIONES DE UN OYENTE


(RONCEGNO, Julio de 2.010)


Introducción

Para aquellos que tengáis la paciencia de leer estas reflexiones y no estuvisteis en el congreso de Roncegno, haré una breve descripción de la situación que dio origen a estas reflexiones y sobre todo, a la intención de publicarlas en el blog de Musicosophia.
Esta intención surge de la petición de nuestro esforzado presidente, que a su edad no tiene inconveniente en hacer él solo el viaje nada cómodo desde el País Vasco hasta Roncegno, como reconoció el propio Dr. Balan.
En la reunión que tuvo el grupo español a petición de nuestro presidente, éste pidió que colaborásemos un poco más con el blog para darle un poco de vida, y bajo esta petición y honrar sus esfuerzos (espero que no sea peor el remedio que la enfermedad), me he decidido a verter estas reflexiones en el blog aunque en principio estaban destinadas a ser expuestas en el congreso, (reflexiones ampliadas ahora para ser expuestas en el blog y darles un poco más de contenido), pero que al final, dado el contexto de cansancio (era al final de una dura jornada, extendida por nuestra Musa–Intérprete Timea), decidí no intervenir para no alargar más la jornada.

Soy consciente de la complejidad de lo que voy a tratar y la confusión que puede crear una excesiva y necesaria simplificación de estas cuestiones, además de las limitaciones del lenguaje, que hace que a veces una misma palabra tenga distinto significado para distintas personas, y esto requiera una discusión/aclaración que aquí no será posible. Pero con todas las limitaciones que esto conlleva vamos a intentar la colaboración.

Durante el congreso, titulado “La música y los límites de la libertad”, se nos dio una verdadera clase magistral sobre la evolución de la música occidental a lo largo de toda su historia con argumentos y ejemplos musicales dignos de encomio, propios de un erudito no solo musical sino también de la cultura universal; de una forma cómoda y en pocas horas, recibimos el esfuerzo de muchos años de estudio que graciosamente se nos entregó para que pudiéramos participar de tan preciado tesoro.

Vaya por delante mi gran respeto, admiración, y agradecimiento por el Dr. Balan, no solo por su magna obra y conocimientos musicales, sino por lo que ha significado para mí como oyente el haberle conocido. Hago esta observación por lo que pudiera deducirse de las reflexiones que se expondrán a continuación, que como se verá no siempre son coincidentes con los puntos de vista del Dr. Balan, y esta divergencia, soy consciente que se genera desde mi mas profunda incultura musical. Pero se trata de reflexiones personales y sería deshonesto por mi parte falsificarlas, por el solo hecho de hacerlas coincidir en todo con él para ganarme su simpatía.




Reflexiones

Para aclarar las cosas desde el principio, diré que mi primera puerta musical fue a través de Dvorak y Beethoven, pero la segunda y más contundente fue a través de Schönberg. Lo que de entrada me clasifica según el discurso del congreso, bajo la influencia de las “recetas extravagantes del mago negro de la música moderna” (el entrecomillado es cita textual), por si esto fuera poco, más adelante se dice: “Pierrot lunaire, (la música atonal de Schönberg que es su autor), no es música para una humanidad normal….. más bien parece ser destinada a los habitantes misteriosos de otro planeta”, o sea, que además de anormal puedo considerarme un extraterrestre.
Como podréis observar, mi partida en el ranking de Musicosophia no es extremadamente ventajosa.
En general, es como si en el rebaño humano hubiese dos tipos de ovejas, las ovejas blancas y las ovejas negras. Las ovejas blancas viven felices, hacen el amor, comen y beben, hacen turismo y están muy agradecidas a sus pastores por todo lo que les enseñan y les cuentan, y también por la seguridad que les proporcionan en tales condiciones. Las ovejas negras suelen hacer lo mismo, pero no se creen nada de lo que sus pastores les cuentan, es más, están seguras de que las engañan y sospechan por qué y para qué, pero eso son cosas de las ovejas negras.
Las ovejas negras tienen que aprender a callar para no inquietar a sus pastores, e incluso a sus hermanas las ovejas blancas, pues estas también se incomodan cuando alguien pone en duda su apacible tranquilidad. O sea, que la oveja negra es, pues eso, una oveja negra. Parece ser que se nace oveja blanca u oveja negra (pues son dos especies distintas, aunque hermanas), y la transición de una especie a otra en la misma vida es extremadamente improbable.

Pero volvamos al contexto del congreso. Para empezar diré que ocurrió algo inaudito. En el congreso se pudo oír música contemporánea tanto en disco como en directo, algo impensable y casi milagroso en el entorno de Musicosophia, claro que para denigrarla, si exceptuamos el esfuerzo de Timea. Para los que no asististeis al congreso, Timea fue nuestra intérprete pianista, que hizo un esfuerzo considerable por contextualizar dicha música, volveremos a hablar de este intento.

Esta situación me recordaba lo que ocurría en los primeros siglos de nuestra era, (siglos III-IV). La incipiente iglesia católica asociada al poder político (el catolicismo romano), había exterminado todo vestigio de conocimiento que pudiera molestar a sus nuevos intereses, parte de este exterminio queda bien reflejado en la película Agora. La iglesia no solo extirpó del conocimiento de la época todo el saber pagano (no olvidemos que paganos eran por ejemplo Pitágoras, Sócrates, Platón, etc., etc., etc.), como cuenta la película, sino también de todo el saber del cristianismo que no se adaptó a tal situación, como fue el caso del Gnosticismo Cristiano, este venia a decir: “Todos los libros si son auténticos tienen la misma Fuente, y todos dicen lo mismo. No busques a tu alrededor en qué o en quién apoyarte……...tu eres la Fuente”. La actitud del Gnosticismo era y es, una actitud salvífica apoyada en un trabajo espiritual personal. En pocas palabras, que no había que pasar por taquilla para salvarse, intolerable para los intereses de la nueva asociación Religión-Estado.
La lucha contra el Gnosticismo, considerado como un peligro para lo que se consideraba la verdadera fe por la nueva iglesia naciente, ocupó gran parte de la literatura de los comienzos del cristianismo, y los escritos dedicados a su refutación, son la fuente más importante sobre el Gnosticismo Cristiano hasta 1.945 con el descubrimiento de la biblioteca gnóstica de Nag Hammadi.
Hasta este descubrimiento, todo lo que se sabía del Gnosticismo Cristiano era lo que sus detractores contaban ya que ellos conocían los textos Gnósticos, pues después de leerlos procedían a hacerlos desaparecer (hicieron desaparecer tanto a la Literatura Gnóstica como a sus simpatizantes), y eran estos heresiólogos (cazadores de herejías) como eran los Padres Ireneo, Hipólito, Orígenes, Epifanio etc., los que informaban sobre el Gnosticismo Cristiano. Y aquí viene en parte y salvando las diferencias, la semejanza con lo que ocurría en el congreso con la música moderna ó contemporánea.
Las músicas contemporáneas que conoce el simpatizante de Musicosophia son las que les brindan sus detractores y se le brindan para su denigración (de la música), y después de su audición se insiste machaconamente en lo malas que son para el alma (yo debo estar irremisiblemente perdido).
Pero dejemos estas reflexiones de especulación comparativa y pasemos al plano práctico.

Una de las músicas que se propusieron para el trabajo “musicosóphico”, fue el cuarto movimiento de la Sinfonia nº 9 de Gustav Mahler, y fue Hubert el encargado de su análisis.

Las reflexiones que ahora expondré surgieron del comentario personal que Hubert hizo para expresar lo que el final del cuarto movimiento de dicha sinfonía le sugería. A título personal dijo, que este final le recordaba al Libro Tibetano de los Muertos (traducción desafortunada que no refleja el verdadero espíritu de dicho libro).
Antes de reflexionar sobre este comentario y la música contemporánea, quisiera recordaros muy breve y esquemáticamente el contenido del Libro Tibetano del Bardo de la Transición (que no de los muertos), pues para los tibetanos, más exactamente para el budismo en general y para el tibetano en particular, la vida es una y eterna, y ésta la representan los tibetanos con el símbolo de la Rueda de la Vida. La vida circula por cuatro Bardos ó intervalos (estos bardos difieren de una escuela a otra pero elegiremos la forma más simple para abreviar), el Bardo de la Vida, el Bardo de la Transición (ó de la muerte según lo entendemos los occidentales), el Bardo del Dharmata o de la luz, donde puede llegar la total disolución de la conciencia y el Bardo del Devenir, que enlaza de nuevo con el Bardo de la Vida, en el cual se inicia un nuevo ciclo.
Somos viajeros en un Laberinto, y en este Laberinto a veces estamos ligados a una Máquina Biológica y otras no, pero el Laberinto es el mismo y el Viaje también, paradójicamente la guía para la transición que nos ocupa es igualmente válida para el Bardo de la Transición como para el Bardo de la Vida, pues en éste tenemos la oportunidad de prepararnos para aquél. El cuerpo es el vehículo en el que se manifiesta la conciencia durante el Bardo de la Vida, pero para ellos, los tibetanos, el cuerpo no es la vida en si, muere el vehículo, la Maquina Biológica, pero la vida sigue su curso en el Bardo siguiente.
Muere la Máquina Biológica, ese aparato que todos compartimos y que tiene como característica general que nos une a todos, la capacidad de transformar la materia viva (tanto vegetal como animal) en estiércol, dotada con un cerebro euclideanamente formateado, incapaz de procesar dos señales simultáneamente (tuvo que inventar el tiempo para poder funcionar), y que ni siquiera procesa el 10 % de la información que recibe, vamos una chapuza, maravillosa pero chapuza, tan chapuza que solo puede ofrecernos una simplificación alucinatoria de la “realidad”. Y esto lo hace a través de los sentidos, a través de ellos demuestra su realidad, convirtiéndose en una teoría de si misma, sin proveernos de nada que pueda probar que hay algo más allá de ella. Los sentidos, y la conciencia que se genera a partir de ellos, son nuestros más profundos carceleros. Si la percepción realmente sirve para algo, es para tomar conciencia del estado mental del perceptor.
Esta Máquina Biológica con su nivel de conciencia asociada (conciencia asociada que podría definirse como la pecera frente a los océanos para un pez cautivo, y cuya naturaleza para el hombre no es el cristal, sino que es sicológica y emocional), parece tener voluntad propia que se manifiesta en deseos y gustos a veces incomprensibles, y que estamos obligados a su gratificación inmediata, viéndonos obligados a vivir con las consecuencias de su dominación, frustrando siempre nuestros más elevados ideales.

Pero volvamos con nuestros amigos los tibetanos, su libro está dedicado a la guía durante el Bardo de la Transición, (vamos a extendernos un poco en este tema, pues más adelante lo relacionaremos con la música contemporánea), este Bardo, no es algo pacífico como podría desprenderse del final de la novena sinfonía de Mahler, y como parecía sugerir Hubert, en este Bardo la conciencia, libre de las ataduras del cuerpo y libre de su encarcelamiento (en la pecera) en los sentidos corporales, habita ahora en un mundo lleno de nuevas posibilidades, y del entrenamiento del individuo en el Bardo de la Vida, dependerá su habilidad en el Bardo de la Transición; las tendencias emocionales y control del pensamiento en el Bardo de la Vida marcaran la evolución en el Bardo de la Transición, la conciencia irá derivando hacia el reino de la luz, ó hacia el Bardo del Devenir.
Por eso los tibetanos le dan tanta importancia a la meditación y al control y educación del cuerpo emocional, para poder llegar a la iluminación durante el Bardo de la Transición y no caer en el Bardo del Devenir, que los abocaría otra vez en el Bardo de la Vida para empezar de nuevo otro ciclo.
Para recordar la complejidad de estos procesos, mencionaremos solo un fragmento del Bardo del la Transición, que comprende todas estas posibilidades:
la disolución de la conciencia tiene lugar en distintas etapas, primero la conciencia se disuelve en el espacio, el espacio en la luminosidad, la luminosidad se disuelve en la unión, la unión en la sabiduría, la sabiduría en la presencia espontánea, y la presencia espontánea en la pureza primordial, y ahora es el tiempo de las deidades pacíficas y coléricas. Pero terminemos aquí.
Todos estos conceptos son aspectos de la mente cristalizada en el ego, (no el ego en sentido freudiano, sino más bien en sentido jungiano, que abarca todos los aspectos conscientes e inconscientes que rigen en la conciencia de lo que se ha dado en llamar el ser humano), y sus mecanismos de defensa a veces terroríficos que pone en funcionamiento para mantener su identidad. Este ego está magistralmente representado como el agente Smith en la trilogía de Matrix.
Para salir airosos en estos laberintos macrodimensionales es para lo que se escribió el Libro Tibetano de la Transición.
Pero no os preocupéis por todo esto, veremos más adelante cómo el Dr. Balan sorprendentemente con pocas, poquísimas palabras diría yo, neutraliza toda esta compleja problemática budista.

¿Por qué el final de la novena sinfonía de Mahler le recuerda a Hubert estas experiencias?. Habría que preguntárselo a él, pero vamos ha hacer ciencia ficción y vamos a elucubrar.

La música del final de la novena ha abandonado en parte su materialidad, el ritmo (símbolo totipotente de la materialidad, rige la materia en su sentido más fundamental, ritmo cardiaco, día/noche , estaciones, circulación planetaria, etc), no se manifiesta, la armonía quedó atrás, y la melodía se autodisuelve poco a poco en si misma, es como si entrara en la primera fase del Bardo del Devenir, antes de que la conciencia despierte a la nueva situación. Es la evolución lógica de una música transformadora. Esto no pude darse en la tan célebre quinta sinfonía de Beethoven, en la cual con la obsesionada repetición de sus cuatro sonidos y su ritmo trepitante acaba como empieza, si bien es cierto que esto no ocurre en sus últimos cuartetos donde su música sigue otros derroteros.
Pero ¿qué tiene esto que ver con la música contemporánea?. ¿Con la música inspirada contemporánea?. Desde el punto de vista de Musicosophia este planteamiento no tienen ningún sentido, ya que la música contemporánea no es que no pueda ser inspirada, es que ni siquiera es considerada como música, pero desde nuestras elucubraciones (digamos desde mis elucubraciones, no quiero haceros cómplices de tamaña herejía), podemos adelantar algunas hipótesis basadas en experiencias personales.
La música contemporánea está desprovista de la materialidad de la música romántica y postromántica, sus elementos mas pesados (el ritmo, la melodía autopredictiva y la tonalidad), han desaparecido o al menos no son perceptibles, no hay elementos protectores donde agarrarse, podríamos decir que la música ha perdido su “corporeidad”, uno ha de fluir según su estado mental le permita, es como una parodia del Bardo del Devenir donde la conciencia fluye sin la ¿protección? del cuerpo, ésta música susurra al oído la existencia de otros espacios mentales donde la música “mas pesada” no puede llegar, ya no se busca la belleza, la naturaleza de la pecera está hecha de un mundo de belleza pero también de un mundo de terror, y ambos hay que transitarlos y transcenderlos si es que queremos salir de ella.
Si nos encontramos a gusto en la pecera, cualquier sugerencia para salir de ella sea de la naturaleza que sea, nos causará desagrado o incluso terror y la rechazaremos con vehemencia, ambos mundos, el de la belleza y el del terror son entretenimientos del ego, sus últimos refugios y propuestas para impedir el avance hacia otros reinos. Quedémonos en este reino, comamos un buen cordero al horno y luego iremos al concierto a disfrutar con la belleza del canto de un Puccini (nos susurra el ego). El entorno de la “ignorancia” (la pecera), tiene sus grandes ventajas, lo que le permite reinar de forma casi absoluta en este mundo. El salir de la pecera no es posible a través del mundo de las ideas y las teorías, es una experiencia. Y aunque no se conozca el camino, sí se conocen sus indicaciones, un ápice de culpabilidad, la perdida de la paz, ..…son inequívocas indicaciones de un camino equivocado. El que elige la paz es tranquilo y sosegado, no hace nada, no tiene la necesidad compulsiva de adaptar el mundo a sus necesidades, observa, espera y no juzga, entiende que el mundo es lo que es y no sus interpretaciones adaptadas a sus ilusiones.
No lo dudo, Puccini puede ser bello, pero hay algo más.
El mundo no tiene significado “per se”, el significado se lo da cada sistema perceptor en función de sus posibilidades, y hay tantos universos como sistemas perceptores, mejor aún, hay un único universo que se manifiesta de múltiples maneras según el sistema perceptor. Y cualquier juicio limitante dentro de estos sistemas de percepción, es eso, limitante.
A esto hay que añadir las paradojas del lenguaje, el Dr. Balan se queja repetidamente de la libertad absoluta de la Música Contemporánea, y estoy de acuerdo en su mayor libertad, pero que también terminará siendo un corsé, pues la libertad absoluta llegará con el silencio absoluto en su mas profundo sentido, no solo en el musical, y acusa al compositor contemporáneo de dictador que intenta imponer su ley. Que grandiosa paradoja, acusar a un dictador por pretender imponer la libertad absoluta.

El Dr. Balan no acepta la música contemporánea, parece que ésta es incompatible con su sensibilidad, pero al final de su brillante exposición, honestamente aceptó el riesgo de una decisión tan contundente.

Einstein nunca acepto a la Física Cuántica, siendo ésta disciplina hoy en día, la herramienta más poderosa de que disponen los físicos teóricos, no solo para comprender el mundo subatómico, sino también el cosmogónico, es la teoría que mejor explica lo que ocurrió en el primer “nanosegundo” en el origen del tiempo físico, cuando parte de la energía primordial evolucionó hacía la materia (y antimateria, aunque ésta nos resulte extraña a los mortales de a pie), y también despachó con rotundidad y sencillez a esta teoría por su carácter estadístico con su conocida frase lacónica, “Dios no juega a los dados”, juego, que como sabemos, se basa en el cálculo de probabilidades. También parece una cuestión de sensibilidades.




Reflexión final
Supongo que muy pocos simpatizantes de Musicosophia habrán tenido la paciencia de llegar hasta aquí, en el congreso, aproximadamente la mitad de los asistentes españoles (no así los italianos), abandonaron la sala antes de acabar el esfuerzo que Timea estaba realizando para contextualizar la música contemporánea desde el punto de vista histórico, académico, formal e interpretativo, creo que se merecía un respeto en vez de un desprecio, sin que eso significara estar de acuerdo con sus planteamientos.

Yo he querido dar un paso más y relacionar la Música Contemporánea con la sugerencia de Hubert sobre el llamado Libro Tibetano de los Muertos.
Supongo que el rechazo a estas reflexiones aún será mayor, pues a la defensa de la Música Contemporánea se une el tema escabroso del budismo.
Pero este tema (el escabroso budismo), como se mencionó en su momento no debe preocuparos, el Dr. Balan lo resolvió con una simpleza no habitual en sus siempre eruditas exposiciones.
Valoró a Buda en un principio, pero lo devaluó rápida y drásticamente con el argumento de que murió como todos nosotros, y por si esto fuera poco murió de una enfermedad vulgar según sus palabras, auque no mencionó dicha enfermedad.
Así de simple fue la devaluación de lo que al menos yo considero una de las aportaciones y creaciones mas sublimes del ser humano en toda la historia de la humanidad.
Efectivamente, Sakyamuni (el príncipe de los Sakya), murió, y murió de una enfermedad vulgar, profesional diría yo, pues Sidharta Gautama, El Buda, a sus 80 años de edad, seguía viviendo de las limosnas que recogía en sus rondas diarias dedicadas a tal efecto, (esta tradición la he podido ver con mis propios ojos en Birmania, donde se practica el budismo Hinayana en su forma mas original), durante las peregrinaciones para extender el Dharma, las últimas investigaciones de biógrafos occidentales, describen su muerte como consecuencia de lo que hoy en día llamaríamos una intoxicación alimentaria, una disentería que en pocos días le provoco la muerte.
En los textos canónicos budistas se describe con todo lujo de detalles esta fase de su vida, incluso en base a estos textos se podría devaluar aún más su imagen, pues allí se cuenta que en ese momento, en el momento de la muerte del Buda, los discípulos que le acompañaban ni siquiera tenían dinero par la cremación del cadáver. Un verdadero desastre lo de este Señor Buda.
Pero su muerte lejos de devaluar a Buda como se insinuó en el congreso, es un paso necesario para la total liberación, pues auque el Buda hubiese alcanzado el Nirvana (máximo estado de libertad de la mente que habita un cuerpo), parte de la mente está asociada al cuerpo al menos para atender sus necesidades esenciales, y hasta la desaparición de este, no es posible la libertad absoluta que en el budismo no es el Nirvana alcanzado en vida, sino el Paranirvana, alcanzado después de la muerte de la Máquina Biológica.
Morir, en el contexto budista no es una vulgaridad, sino una necesidad para la liberación total, siempre que previamente se haya realizado el trabajo pertinente (que no es poco).




Consideraciones FinalesTodo lo expuesto, como se dijo al principio trata de reflexiones personales y no hay ninguna intención de generar una polémica entre dos puntos de vista que pudieran diverger en ciertos aspectos, por eso, si genera discrepancias con algún posible lector no habrá polémica.
Aquel que se sienta “herido” por estas reflexiones hará bien en rechazarlas y olvidarlas. Aquel que se sienta atraído por ellas hará igualmente bien en repasarlas para refrescar ciertos aspectos de su mente. Ambas acciones son igualmente ilusorias y comparten aspectos oníricos comunes (maya le llaman a estos juegos ilusorios en otras culturas), pero uno debe recordar que hay sueños que invitan a seguir dormidos y hay sueños que invitan a despertar, cada uno ha de elegir aquel que le proporcione su paz más profunda y duradera.

Si estas reflexiones animan a alguno a visitar el Blog, habrán cumplido su objetivo.

Gracias a Jesús nuestro presidente, por su esfuerzo, por crear este espacio y permitirnos compartirlo con él.

Gracias a todo el equipo de Musicosophia, a Timea por intentar centrarnos en las diversas músicas, y gracias al Dr. Balan en particular, que partiendo de sus ideas, ha sido posible esta colaboración.

No se si habréis deducido quien ha osado discrepar tanto, pero para aquellos que tengáis la curiosidad de saberlo, os diré que mi nombre es Adolfo.

No hay comentarios: